lunes, 21 de febrero de 2011

Nada es para siempre...

En esta vida nada es para siempre. Los cambios son inevitables. En busca de la seguridad y por temor a la pérdida, nos podemos aferrar a situaciones o a personas… pero este es un intento que a la larga siempre resulta fallido.

Y puesto que no todo está bajo nuestro control, es fundamental el saber aceptar y adaptarnos a estos cambios que nos presenta la vida.

Sólo si asumimos estos aparentes caprichos del destino podemos volver a retomar nuestro poder personal, incluso con mayor libertad si comprendemos qué ha pasado, qué ha sucedido en lo profundo.

En muchas ocasiones, los cambios nos liberan de ataduras, evidentes unas veces, invisibles otras. Son oportunidades para el crecimiento.

martes, 8 de febrero de 2011

Estamos en una sociedad que cambia rápidamente y en la que se nos quiere vender la imagen de que las cosas que suceden alrededor de nuestras propias vidas tienen que cambiar al mismo ritmo trepidante. 

Desgraciadamente, la realidad es totalmente diferente a como la pintan y los cambios que todos en un momento dado pretendemos conseguir en algún aspecto de nuestra vida cuestan en llegar más de los que nos gustaría.


Las cosas llevan su proceso y normalmente suceden o no por algo, lo que pasa es que la paciencia humana no alcanza a comprenderlo. Solamente queremos que pase el cambio deseado al instante de buscarlo y esto solo pasa en la ficción de las películas de sobremesa del domingo.

Eso no quiere decir que no lo merezcamos o que no estemos preparados para ello sino que los cambios cuestan. A pesar de nuestra dedicación, preparación, esfuerzo, etc., por lograr el ansiado cambio, esto no garantiza el éxito inmediato. 

Es una carrera de fondo que a pesar de los impedimentos que nos obstaculicen alcanzar la meta más tarde de lo que quisiéramos no nos tiene que hacer tirar la toalla. Al revés, nos tiene que hacer seguir adelante por conseguir el cambio buscado en cualquier faceta de nuestra vida. 

Eso sí, lo tenemos que hacer sin la sensación de que perdemos algo con cada decepción que nos encontremos en este largo camino hacia el cambio soñado. Porque la obsesión con ello es peor y aun hace más larga la espera.